Una Calle Por El Dolor!
Por Henry Familia / New York City.
Si es verdad de que quieres írte para el Army, ahora mísmo tu te olvidas de que algún día tuvístes papá!!!
Con voz de trueno más que de padre dócil y cariñoso, fué que pude contrarrestar la decisión de mi hijo Junior para que no empacara su maleta y se marchara hacia la muerte.
Estabamos de visita en la casa de mi hermana mayor en la calle 145 del alto Manhattan, cuando le comentaba él a mis sobrinos, los que tambien son sus primos, y a poca distancia de mis oidos, lo que para él representaba la oportunidad de su vida, perteneciendo a las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Ya le había yo comentado en ocasiones anteriores, el porqué no queria que perteneciera a esa fuerza de abuso y de poder a nivel mundial.
Pensaba yo que ya lo habia persuadido para que olvidara todo eso, pero al escucharlo conversar con mis sobrinos sobre lo que parecía ser algo inevitable, definitivamente fue la gota que derramó la copa y me ví obligado a tener que hacerle esa fuerte advertencia delante de todos los allí presentes, incluyendo a los demás que no estaban en ese momento en el lugar del altercado y que al escuchar mi furiosa exaltación, se acercaron a la sala, el escenario de este hecho, para ver el porqué hablaba yo en tan terríble y descontrolado tono de voz.
Su poco interés por superarse en sus estudios de la escuela secundaria, apesar de que en la República Dominicana era un estudiante cinco estrellas (mi hijo nació en N.Y.) fué el foco principal para que los labiósos reclutadores de dicha institucion militar, enfilaran sus cañones hacia él, al igual que como con otros jóvenes que como él estaban atravesando por ésta mísma situación en sus escuelas, los elegían como presas fácil, los contactaban, les envenenaban sus mentes, y haciéndoles creér que todo lo bello y hermoso de su futuro estaba con las armas en sus manos, los persuadían a tal punto de que ya ellos no veín otra salida para su porvenir que no fuera desde allí, y la terapia era tan fuerte, que ya éstos aún niños, creían tener el mundo en sus manos, como se lo estaba manifestando mi hijo a sus primos, aquella inquietante noche de nervios.
A mi hijo casi lo arrancan de mis brazos y de mí custodia, al igual que como muchos otros adolescentes que son arrancados arbitrariamente de su seno familiar, y que confundidos, se enrrolan en la milicia de este país porque se han dejado embadurnar con las supuestas bondades que les presenta el ARMY, através de esos malogradores de la más bella etapa de la vida, como es la adolescencia.
Eran constantes sus llamadas a mi hogar, casi un asedio, y al igual que como a su mami, nunca jamás a mí tampoco se dignaban en saludarme cuando era yo quien contestaba el teléfono. Ya me daban la impresión de que no era yo el padre de mi hijo, sino, que ya era él alguien de su propiedad, sin mi hijo nunca haberle firmado ningún papel.
Pero si secas eran sus preguntas con sus pesadísimos timbre de voz (más de uno llamaba)cuando irrespetuosamente interrumpían nuestra intimidad familiar, más de plomo eran mis respuestas al contestarles yo, y con mis dientes estrechamente cerrados, de que núnca estaba disponible la persona con quien ellos procuraban conversar, que lógicamente era mi hijo.
Pero quién carájo se creín estas géntes pretendiendo disponer de mi muchacho cual si fuera éste una mercancia cualquiera, la que se puede adquirir en cualquier mercado público para hacer de ella lo que su adquiriente le venga en gánas, sin nisiquiera haber tomado en cuenta a sus propios padres y el esfuerzo de su crianza?.
De forma engañosa pretendían estos mueludos promotores de la muerte arrancarlo de mis brazos para lanzarlo a la jaula de los hambrientos leónes de la guerra, como si no tuviera él un solo doliente en este mundo que lo pudiera hacer despertar de esa gigante y vil mentira...? Coñázo!!!
Paradójicamente y como cosas de la vida, hoy en día la relación entre mi hijo y yo no es la mejor, ya que él decidió apoyar a su mami en nuestro proceso de divorcio, y yo, hé dejado correr las aguas, porque algún día, él se dará de cuenta de que cuando no se puede, no se puede, y en el caso de su madre y yo, lo mejor fué, tristemente la separación
Pero está ahí, en su hogar, junto a su mami y a su hermanita de ocho años, se há dado cuenta de que éstas personas lo estaban engañando, y hoy en día está dedicado en cuerpo y alma a sus estudios y su trabajo, y por medio de su hermanita Leidy que tambien es mi hija, día por día yo me entero de qué come, qué hace, y de que cómo se está comportando con todos en casa.
Está ahí, lo puedo sentir, en donde tiene que estar, y aunque él y yo hoy estemos atravesando ésta absurda y dificil situación, su nombre no está de lujo en el poste eléctrico de una esquina de New York, sustituyendo el nombre de una calle de su barrio, indicando de que fué uno de los caídos en una mardita y estúpida guerra que al parecer, hará cambiar día por día todos los nombres y números de las calles y avenidas de todo los Estados Unidos.
El nombre de un hijo en una calle de cualquier lugar del mundo, no reparará el dolor ante la pérdida de ese ser adorado. Núnca Jamás!.
Tríste realidad.
VISTO AQUI
Por Henry Familia / New York City.
Si es verdad de que quieres írte para el Army, ahora mísmo tu te olvidas de que algún día tuvístes papá!!!
Con voz de trueno más que de padre dócil y cariñoso, fué que pude contrarrestar la decisión de mi hijo Junior para que no empacara su maleta y se marchara hacia la muerte.
Estabamos de visita en la casa de mi hermana mayor en la calle 145 del alto Manhattan, cuando le comentaba él a mis sobrinos, los que tambien son sus primos, y a poca distancia de mis oidos, lo que para él representaba la oportunidad de su vida, perteneciendo a las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Ya le había yo comentado en ocasiones anteriores, el porqué no queria que perteneciera a esa fuerza de abuso y de poder a nivel mundial.
Pensaba yo que ya lo habia persuadido para que olvidara todo eso, pero al escucharlo conversar con mis sobrinos sobre lo que parecía ser algo inevitable, definitivamente fue la gota que derramó la copa y me ví obligado a tener que hacerle esa fuerte advertencia delante de todos los allí presentes, incluyendo a los demás que no estaban en ese momento en el lugar del altercado y que al escuchar mi furiosa exaltación, se acercaron a la sala, el escenario de este hecho, para ver el porqué hablaba yo en tan terríble y descontrolado tono de voz.
Su poco interés por superarse en sus estudios de la escuela secundaria, apesar de que en la República Dominicana era un estudiante cinco estrellas (mi hijo nació en N.Y.) fué el foco principal para que los labiósos reclutadores de dicha institucion militar, enfilaran sus cañones hacia él, al igual que como con otros jóvenes que como él estaban atravesando por ésta mísma situación en sus escuelas, los elegían como presas fácil, los contactaban, les envenenaban sus mentes, y haciéndoles creér que todo lo bello y hermoso de su futuro estaba con las armas en sus manos, los persuadían a tal punto de que ya ellos no veín otra salida para su porvenir que no fuera desde allí, y la terapia era tan fuerte, que ya éstos aún niños, creían tener el mundo en sus manos, como se lo estaba manifestando mi hijo a sus primos, aquella inquietante noche de nervios.
A mi hijo casi lo arrancan de mis brazos y de mí custodia, al igual que como muchos otros adolescentes que son arrancados arbitrariamente de su seno familiar, y que confundidos, se enrrolan en la milicia de este país porque se han dejado embadurnar con las supuestas bondades que les presenta el ARMY, através de esos malogradores de la más bella etapa de la vida, como es la adolescencia.
Eran constantes sus llamadas a mi hogar, casi un asedio, y al igual que como a su mami, nunca jamás a mí tampoco se dignaban en saludarme cuando era yo quien contestaba el teléfono. Ya me daban la impresión de que no era yo el padre de mi hijo, sino, que ya era él alguien de su propiedad, sin mi hijo nunca haberle firmado ningún papel.
Pero si secas eran sus preguntas con sus pesadísimos timbre de voz (más de uno llamaba)cuando irrespetuosamente interrumpían nuestra intimidad familiar, más de plomo eran mis respuestas al contestarles yo, y con mis dientes estrechamente cerrados, de que núnca estaba disponible la persona con quien ellos procuraban conversar, que lógicamente era mi hijo.
Pero quién carájo se creín estas géntes pretendiendo disponer de mi muchacho cual si fuera éste una mercancia cualquiera, la que se puede adquirir en cualquier mercado público para hacer de ella lo que su adquiriente le venga en gánas, sin nisiquiera haber tomado en cuenta a sus propios padres y el esfuerzo de su crianza?.
De forma engañosa pretendían estos mueludos promotores de la muerte arrancarlo de mis brazos para lanzarlo a la jaula de los hambrientos leónes de la guerra, como si no tuviera él un solo doliente en este mundo que lo pudiera hacer despertar de esa gigante y vil mentira...? Coñázo!!!
Paradójicamente y como cosas de la vida, hoy en día la relación entre mi hijo y yo no es la mejor, ya que él decidió apoyar a su mami en nuestro proceso de divorcio, y yo, hé dejado correr las aguas, porque algún día, él se dará de cuenta de que cuando no se puede, no se puede, y en el caso de su madre y yo, lo mejor fué, tristemente la separación
Pero está ahí, en su hogar, junto a su mami y a su hermanita de ocho años, se há dado cuenta de que éstas personas lo estaban engañando, y hoy en día está dedicado en cuerpo y alma a sus estudios y su trabajo, y por medio de su hermanita Leidy que tambien es mi hija, día por día yo me entero de qué come, qué hace, y de que cómo se está comportando con todos en casa.
Está ahí, lo puedo sentir, en donde tiene que estar, y aunque él y yo hoy estemos atravesando ésta absurda y dificil situación, su nombre no está de lujo en el poste eléctrico de una esquina de New York, sustituyendo el nombre de una calle de su barrio, indicando de que fué uno de los caídos en una mardita y estúpida guerra que al parecer, hará cambiar día por día todos los nombres y números de las calles y avenidas de todo los Estados Unidos.
El nombre de un hijo en una calle de cualquier lugar del mundo, no reparará el dolor ante la pérdida de ese ser adorado. Núnca Jamás!.
Tríste realidad.
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